Milagros y la necesidad de obreros


https://vivizavala.files.wordpress.com/2013/08/harvest.jpg
Imágen tomada del Blog de Vivian Zavala

La hija de Jairo, y la mujer que tocó el manto de Jesús

Mat 9:18-38  (18)  Mientras él les decía estas cosas, vino un hombre principal y se postró ante él, diciendo: Mi hija acaba de morir; mas ven y pon tu mano sobre ella, y vivirá.  (19)  Y se levantó Jesús, y le siguió con sus discípulos.  (20)  Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;  (21)  porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto, seré salva.  (22)  Pero Jesús, volviéndose y mirándola, dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora.  (23)  Al entrar Jesús en la casa del principal, viendo a los que tocaban flautas, y la gente que hacía alboroto,  (24)  les dijo: Apartaos, porque la niña no está muerta, sino duerme. Y se burlaban de él.  (25)  Pero cuando la gente había sido echada fuera, entró, y tomó de la mano a la niña, y ella se levantó.  (26)  Y se difundió la fama de esto por toda aquella tierra.

Dos ciegos reciben la vista

(27)  Pasando Jesús de allí, le siguieron dos ciegos, dando voces y diciendo: ¡Ten misericordia de nosotros, Hijo de David!  (28)  Y llegado a la casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor.  (29)  Entonces les tocó los ojos, diciendo: Conforme a vuestra fe os sea hecho.  (30)  Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Mirad que nadie lo sepa.  (31)  Pero salidos ellos, divulgaron la fama de él por toda aquella tierra.

Un mudo habla

(32)  Mientras salían ellos, he aquí, le trajeron un mudo, endemoniado.  (33)  Y echado fuera el demonio, el mudo habló; y la gente se maravillaba, y decía: Nunca se ha visto cosa semejante en Israel.  (34)  Pero los fariseos decían: Por el príncipe de los demonios echa fuera los demonios.

La mies es mucha

(35)  Recorría Jesús todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, y predicando el evangelio del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.  (36)  Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor.  (37)  Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.  (38)  Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies.”