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Elección de los doce apóstoles
Mateo 10:1-25 “(1) Entonces llamando a sus doce discípulos, les
dio autoridad sobre los espíritus inmundos, para que los echasen fuera, y para
sanar toda enfermedad y toda dolencia. (2) Los
nombres de los doce apóstoles son estos: primero Simón, llamado Pedro, y Andrés
su hermano; Jacobo hijo de Zebedeo, y Juan su hermano; (3) Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el publicano,
Jacobo hijo de Alfeo, Lebeo, por sobrenombre Tadeo, (4) Simón el cananista, y Judas Iscariote, el que
también le entregó.
Misión de los doce
(5) A estos
doce envió Jesús, y les dio instrucciones, diciendo: Por
camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, (6) sino id antes a las
ovejas perdidas de la casa de Israel.
(7)
Y yendo, predicad, diciendo: El reino de los
cielos se ha acercado. (8) Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad
fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de gracia. (9) No os proveáis de
oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; (10) ni de alforja para el
camino, ni de dos túnicas, ni de calzado, ni de bordón; porque el obrero es
digno de su alimento. (11) Mas en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos
quién en ella sea digno, y posad allí hasta que salgáis. (12) Y al entrar en la
casa, saludadla. (13) Y si la casa fuere digna, vuestra paz vendrá sobre ella; mas
si no fuere digna, vuestra paz se volverá a vosotros. (14) Y si alguno no os
recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y
sacudid el polvo de vuestros pies.
(15)
De cierto os digo que en el día del juicio, será
más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra, que para
aquella ciudad.
Persecuciones venideras
(16) He aquí, yo os envío
como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y
sencillos como palomas. (17) Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los
concilios, y en sus sinagogas os azotarán; (18) y aun ante
gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y
a los gentiles. (19) Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué
hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar. (20) Porque no sois
vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en
vosotros. (21) El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al
hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. (22) Y seréis aborrecidos
de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será
salvo. (23) Cuando os persigan en
esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de
recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo del Hombre. (24) El discípulo no es
más que su maestro, ni el siervo más que su señor. (25) Bástale al discípulo
ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron
Beelzebú, ¿cuánto más a los de su casa?