Mateo 13:1-30

Parábola del sembrador

Mateo 13:1-30 “(1)  Aquel día salió Jesús de la casa y se sentó junto al mar.  (2)  Y se le juntó mucha gente; y entrando él en la barca, se sentó,(A) y toda la gente estaba en la playa.  (3)  Y les habló muchas cosas por parábolas, diciendo: He aquí, el sembrador salió a sembrar.  (4)  Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron.  (5)  Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra;  (6)  pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó.  (7)  Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron.  (8)  Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno.  (9)  El que tiene oídos para oír, oiga.

Propósito de las parábolas

(10)  Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?  (11)  El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado.  (12)  Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.(B)  (13)  Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden.  (14)  De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dijo:
 De oído oiréis, y no entenderéis;
 Y viendo veréis, y no percibiréis.  (15)  Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
 Y con los oídos oyen pesadamente,
 Y han cerrado sus ojos;
 Para que no vean con los ojos,
 Y oigan con los oídos,
 Y con el corazón entiendan,
 Y se conviertan,
 Y yo los sane.(C)  (16)  Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen.  (17)  Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.(D)

Jesús explica la parábola del sembrador

(18)  Oíd, pues, vosotros la parábola del sembrador:  (19)  Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino.  (20)  Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo;  (21)  pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza.  (22)  El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.  (23)  Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno.

Parábola del trigo y la cizaña

(24)  Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo;  (25)  pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue.  (26)  Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña.  (27)  Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña?  (28)  El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?  (29)  El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.  (30)  Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero.”